Crónica concierto The Kooks en la sala Razzmatazz

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10:30h de la mañana, 1 de mayo. El trayecto Valencia-Barcelona se me hizo más largo que de normal (el despertador me había sonado a las 6 de la mañana y, como todos sabemos, lo madrugones no le sientan demasiado bien a nuestro cuerpo) pero cuando llegué a Razzmatazz y vi este cartel se me pasaron todos los males. Era por la mañana y ya había cola (esos fans incondicionales que cambian un soleado día de playa por la acera “cómoda y bonita” de Razzmatazz, pasando frío por la mañana y sufriendo el calor a las 15h de la tarde) pero no fue hasta pasadas las 18h de la tarde cuando se empezó a caldear el ambiente. Olía a que apenas faltaba una hora para que abriesen las puertas y la gente ya se había cansado de esperar. La cola cada vez se hacía más larga.

¡Aleluya! Abrieron las puertas. Una vez que todos estábamos dentro (todos, y tan todos, porque teniendo en cuenta que The Kooks tocaban al día siguiente en el SOS 4.8 la sala estaba generosamente llena) tuvimos que esperar hasta las 20:30h para “gosar” con EÚV (El Último Vecino). Qué espectaculo señores. Normalmente, cuando están tocando los teloneros tu mente piensa: “Por Dioh, que venga ya el grupo principal”; pero con El Último Vecino no me pasó. Bailábamos y bailábamos, cantábamos esas letras repetitivas y pegadizas mientras Gerard, el cantante, se movía en el escenario como Pedro por su casa (que si me restriego por el suelo, que si paseito por acá y miradita asesina con amor por allá…) La verdad es que me alegré mucho de verlos en directo, valieron la pena. Con su sonido tan Joy Division consiguieron teletransportarnos plácidamente hasta los 80, y allí que estábamos todos, bien a gustito, al ritmo de canciones como “Los Ángeles” o “Tú no estás asustado”.

Tras el buen sabor de boca, o mejor dicho, de oídos que nos dejó EÚV por fin llegaron The Kooks. Amén. Ataque al corazón, ¿por qué? Porque a los amigos de Brighton no se les ocurrió otra cosa que abrir su concierto con el mítico ‘Ooh La’, y claro, parada cardíaca a todos. El público estaba más allá de entregado, desgarraban todos su voz para cantar al unísono con Mr. Pritchard, todos saltaban y levantaban sus manos. Luego le llegó el turno a “Always Where I Need To Be”, ahí todos dijimos adiós a nuestra parada cardíaca y revivimos con el ritmo guitarrero de esta canción mientras Luke nos mostraba ese arte de transmitir energía con sus bailes y movimientos desenfrenados.

Tras este buen comienzo, los Kooks consiguieron sorprendernos remplazando canciones míticas como “Seaside” o “Shine On”, siempre muy presentes en sus conciertos, por otras como “Tick Of Time” o “Time Waits”; desde mi punto de vista, un cambio muy acertado ya que siempre es bueno variar, y “Seaside” ya la tenemos suficientemente escuchada.

 

Cuando el concierto llegó a la mitad comenzaron a sonar sonidos nuevos, muchos sintetizadores y muchos muchos coros, había llegado el turno de las canciones de su nuevo EP “Listen”. Tocaron “Down”, la preciosa “Melody Maker”, “Around Town”, “It Was London” y “Bad Habit” entre otras, que parecían estar hechas para tocar en directo, derrochaban montones de fuerza y nos hacían a todos cantar hasta quedarnos afónicos.

Para cerrar el espectáculo optaron por “Naive”, un himno.

Todos acabamos muertos, sedientos, con las piernas temblando de tanto saltar y con afonía aguda, pero oye, muy muy satisfechos por el señor concierto que dieron The Kooks.