Todos sabemos a ciencia cierta que los festivales nos transmiten alegrías y felicidad a raudales en forma de canciones y espectáculo. Pero, por desgracia, hay algo que suelen practicar y que no gusta a la gente, y muchos saben lo que es. Y sí, me refiero a esa sensación de tener tu abono comprado desde hace varios meses, con la esperanza de poder leer en el line up el nombre de grupo favorito, y que esto no se produzca hasta días antes de que comience tu festival preferido, o incluso algo peor: no llegar ni siquiera a leerlo.
Esto no es algo pasajero, si no que afecta a una gran cantidad de fans que esperan ansiosamente el evento, y que a la larga, absorbe atención y genera críticas y murmullo entre los asistentes.
Se han dado multitud de casos en nuestro país, como puede ser, sin ir más lejos, la actual edición del FIB: la gente esperaba de manera exclamativa los primeros nombres del año y, tal vez por desacuerdo con los grupos musicales con los que pactaban, por falta de tiempo o por los problemas económicos a los que se enfrentan, estrenaron cartel en febrero (sin estar mínimamente completo obviamente) y a falta de cinco meses, algo que “no ha molado” demasiado.
Por otra parte, si miramos hacia nuestra izquierda, en Portugal nos encontramos con un caso parecido, con otro de los grandes festivales de la península, ya que a falta de un mes, el Optimus Alive, todavía no se ha dignado ni a presentar un tercer cabeza de cartel, ni a completar ni siquiera en su mayoría a los grupos que van a asistir, que comparado con años anteriores, a ojo, le faltan prácticamente la mitad de los nombres.
En fin, cosas malas que seguro que a todos se nos olvidarán cuando estemos dando bandazos y cantando sin parar con nuestros grupos preferidos en unas semanas; pero por favor, que no hagan más esto, porque me parece una falta de respeto hacia los festivaleros, e incluso hacia el festival en sí, porque lo único que hacen es desprestigiarse a sí mismos.