El pasado martes 28 de enero uno de los iconos más importantes del pop rock nacional sacaba su segundo disco en solitario. Después de “Diciembre” vino “Pólvora”. Dejaba de ser suyo para pasar a formar parte del colectivo. Y es que Leiva no suele defraudar a su público. Mismas melodías, mismas letras, misma línea. Parece que se ha agarrado con fuerza a esta que parece ser su fórmula mágica del éxito. Y bendita fórmula.
Desde que se alejó de su inseparable Rubén (dejando con ello una de las bandas españolas con más éxito de los últimos años), podríamos decir, que ha terminado alcanzando su madurez musical. Si su identidad se había definido con Pereza, ahora, en solitario, letra a letra se ha descrito con una precisión matemática.
Los que hubieran pensado que el madrileño se iba a venir abajo tras la disolución de su antiguo grupo se equivocaban por completo. Ahora, con la publicación de sus nuevas canciones, son estos escépticos los que deberán esconder sus cabezas bajo tierra.
Una XL quedaría demasiado ajustada para la talla que da “Pólvora”, un álbum capaz de emocionarnos con las historias humanas, diminutas y bellas que nos presenta. Como bien dice el artista, le emocionan más los pequeños actos cotidianos que los grandes que cambian el mundo. De esta manera nos encontramos ante un disco mucho más reflexivo y mejor vestido que el anterior.
Es la primera vez que ha podido grabar todos los instrumentos al mismo tiempo en directo, buscando el famoso fallo humano. Y no podía entenderse de otra forma, ya que al hacerlo así le ha dado a su disco su toque personal, dotándolo de un sonido magistral sin olvidar que el mismo interpretó y editó toda la música que apareció en su anterior disco.
En su canción “Los Cantantes” ha trabajado con valentía, dotándola de una letra que le viene que ni pintada para autodefinirse y en la que da la sensación de que ha querido plasmar las normas para seguir adelante. Esta fue escrita tan rápidamente que lleva más de un año terminada; por lo que, desde entonces, la está tocando en numerosos directos que brinda.
“Terriblemente Cruel” y “Afuera en la Ciudad” son otros dos de sus sencillos que han acaparado todas las miradas en los meses anteriores a la presentación oficial del disco. No en vano han sido elegidas para convertirse en cabecera de su exitoso trabajo.
Su energía, antes palpable, estalla con “Mirada Perdida”, en cuyo estribillo no escatima alabanzas a eso que es el amor. Un conjunto de acordes de los que preparan un final de esos que no deja indiferente a nadie. De “Palomas” podríamos decir que se trata de una canción revoloteante que se te posa en el oído la primera vez que la escuchas para no volver a salir volando del lugar.
La elegancia y el buen hacer que este hombre imprime en cada una de sus canciones no tiene techo, a la vista está en otra de sus canciones balada como es “Francesita”.
Los versos romanticones que ponen ñoño a cualquiera tornan en un simbolismo especial en el piano de su décimo tercera y última canción del disco, cuyo título sirve para dar nombre al disco.
“Pólvora”. Mojada y a punto de hacer estallar en mil pedazos por todo el panorama musical. Dispuesta para llegar a los miles de seguidores de esta nueva música; una música con el sello de un gigante madrileño que, sin lugar a dudas, se encuentra en una de sus mejores épocas.