Viajar descubriendo y aprendiendo es la forma más hermosa y la única manera que personalmente entiendo como útil. Viajar fuera de España abre la mente, imagina moverse a otros continentes. Gracias a la estancia Erasmus, pude entrar en contacto con la ONG “One World” que me ofreció el viaje a Dakar (Senegal) para poder probar el juego que creamos en la Universidad Hanzegosheschool de Groningen, Países Bajos. Pero eso es otra historia. Lo que interesa de este post es encontrar los mejores lugares para conocer la ciudad de Dakar y alrededores.
África. Suena a éxito asegurado por todo el exotismo escrito y redunda a pobreza por todo lo contado en la noticias. Lo cierto es que hay pobreza económica pero existe una riqueza mucho más grande en solidaridad y la idea de familia que en otros sitios de nuestro entorno.
Hasta donde pude ver todo, senegalés es amigo y es tratado como hermano, hasta que se demuestre lo contrario
Los que no son hermanos, aunque pueden pasar por primos lejanos, son los “tubab” o blancos. Entre ellos extrañamente, pese a mi color café, me encontré etiquetada durante mi estancia allí. Aun así, los tubab no son despreciados, al contrario, se aprecian mucho y consiguen proposiciones de matrimonio fácilmente, que pueden o no ser rechazadas con una sonrisa cálida en respuesta. Aparte de las proposiciones y algunos precios triplicados (recomendable regatear), el ambiente es acogedor y aunque no hables el wolof y chapucees malamente el francés como me pasó a mí, la experiencia con los lugareños es la mejor que se puede tener.
Para aquellos que duden viajar por el idioma, en los lugares más turísticos uno se puede desenvolver en inglés perfectamente, incluso en español
Pero no nos desviemos por la experiencia abstracta y hablemos en claro de los lugares que podrías visitar si te diera por viajar a Dakar. El primer lugar que quise visitar fue la playa. Dakar está rodeada de mar y es entendible que uno piense que puede tirarse un día en la playa bañándose a la bartola. Sin embargo, las playas son de piedras y el mar es muy fuerte en esa zona por lo que será difícil encontrar una zona muy grande de baño. La playa donde logré meter los pies fue Virage, entre los barrios de Ngor y Yoff al norte de la ciudad y cerca del aeropuerto. Las vistas ahí son muchas rocas, algunos surfistas practicando y otros tantos bañistas que se aventuran a luchar contra la vorágine de azul y espuma.
Playa de Virage, Ngor, Dakar
Además de agua y un tanto de arena, la playa dispone de algunos restaurantes y tumbonas donde relajarse y escuchar la música e algunos músicos ambulantes. Mientras estuve allí pude observar cómo se bajaban un grupo de turistas del autobús y se colocaban en una esquinita de la playa, graso error.
La playa hay que sentirla, no tenerle miedo, moverse, hablar con la gente, comprar y así fomentar el comercio de la zona
Si a la vuelta del viaje no conoces el nombre de ningún joven del lugar y la historia más de cinco que han estado en España, el traslado de cinco horas en avión habrá sido desperdiciado.
*Músicos ambulantes en la playa de Virage, Ngor.
Isla de Goree o de los esclavos, Dakar
Una vez superada la visita inicial a la playa, toca viaje obligado en ferri a la isla de Goree o de los esclavos, conocida así por la mansión donde las fuerzas portuguesas, españolas y francesas torturaron y vendieron a personas del lugar hasta teoricamente 1848, cuando Francia abolió la esclavitud.
Esta pequeña acumulación de tierra de apenas 17 hectáreas permite al turista saborear el ambiente mágico que guardan este tipo de lugares rodeados de mar por sus cuatro costados. Calma, turistas, sol, historia y más turistas inundan el espacio y te animan a relajarte, disfrutar del sonido del mar. La mansión de los esclavos es la muestra de aquella historia que no debe repetirse.
Mientras caminaba por sus lugares, sentí la energía que guardan esos sitios donde el dolor de las personas parece escrito en sus pareces y los gritos de sus llantos aguardando entre el polvo para impedir a quien sea olvidar lo que pasó
Después de la playa y la hermosa isla, merece la pena un paseo por el centro y los mercados. Comprar una bonita tela e ir al modista más cercano para que en menos de un día y por menos de 20 euros tengan un vestido senegalés con toques europeos (tal vez más corto de lo habitual allí) a la medida.
Probablemente te encuentres a unos niños pidiendo en la calle y muy posiblemente pienses que son niños de la calle. El caso especial de Dakar es que estos niños no son niños de la calle principalmente. Son los “talibé”, que significa “estudiante”, se dedican a pedir comida y dinero con unas latas para dárselas más tarde a su maestro, el “maraou”. Para más información recomiendo un artículo de Irin news titulado “Scant progres son Senegal’s talibe problem”.
Joal-Fadiout o la isla de las conchas
Brevemente antes de finalizar este post, si te da tiempo para visitar el interior no dejes de lado en tu trayecto Joal-Fadiout o la isla de las conchas. Un terreno completamente cubierto de conchas que se han ido dejando durante siglos y que dieron forma al pueblo y al cementerio conjunto de musulmanes y cristianos que se erige en las cercanías. En el centro neurálgico del poblado un gran baobab donde se realizan los sacrificios junto con la escultura de un santo, una imagen de la dualidad y mezcla occidental (heredada del colonialismo) y africana que perdura hasta hoy.
La entrada Dakar, un mundo aparte del rally en Senegal aparece primero en Blog de viajes en grupo The Fun Plan.
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